Deborah Simhon
Mario Alberto Martinez Mayo
creadores de
"La Cocina de Amma", Mexico
Tras conocer a Amma, mi esposo Mario y yo nos sentimos profundamente conmovidos. Más que eso, sentimos que se estaba produciendo una transformación dentro de nosotros mismos. Era lo último que esperábamos, pero sentimos un profundo deseo interior de servir, un deseo de hacer algo concreto por el bien de los demás. A pesar de que vemos sufrimiento por todas partes, y parece difícil cambiar la situación, sin embargo sabíamos que teníamos que hacer todo lo posible para ayudar.
Junto con un círculo de amigos que se sintieron inspirados por Amma de manera similar, comenzamos a pensar en las cosas que podríamos hacer. Inicialmente, comenzamos a donar bienes a las comunidades necesitadas. Cuando el discípulo de Amma, Br. Dayamrita, estaba visitando nuestro centro en Cancún, sugirió que nos uniéramos al proyecto internacional de Embracing the World para alimentar a las personas hambrientas y sin hogar, denominado Mother's Kitchen. Para nosotros, eso significaba “La Cocina de Amma”.
Lo que inmediatamente nos atrajo fue que esta era una manera simple y eficiente de ayudar a los necesitados y al mismo tiempo tener contacto personal con ellos. Con nuestros antecedentes como arquitectos, comenzamos con el diseño y la construcción de una cocina con capacidad para recibir donaciones de bienes, productos alimenticios y para acomodar voluntarios que ayudaran, en todos los sentidos, a los que lo necesitan una vez al mes.
Durante este proceso, tuvimos dudas sobre cómo estructurar el proyecto y, aunque a todos les gustó la idea, no parecía fácil ponerlo en marcha y encontrar un lugar adecuado para ofrecer la comida. Después de casi un año, cuando ya estábamos a punto de darnos por vencidos, conocimos a una mujer que estaba coordinando un proyecto similar en Monterrey, México y nos ayudó a entender que el objetivo no era solo servir comida, sino preparar comida vegetariana deliciosa con amor y devoción, de tal manera que aquellos que la reciberan sintiesen el beneficio en sus corazones. Se trataba de preparar una verdadera "comida del alma”. Escuchando su punto de vista, sentimos que no podría haber una mejor manera de poner las enseñanzas de Amma en acción.
En nuestra primera experiencia, preparamos comidas para unas 80 personas que vivían en una comunidad muy pobre. Una de las damas que vino a comer se llamaba Emma. Tuvimos la oportunidad de pasar un tiempo con ella y con otras personas de su comunidad. Averiguamos qué más les faltaba en términos de salud, educación y vivienda. Tras pasar un tiempo con ellos, comenzaron a abrirse y Emma compartió con nosotros su historia personal de haber sobrevivido a una relación abusiva con un esposo alcohólico. En su intento de salir de su situación, conoció a alguien que la ayudó a avanzar y fortalecerse como ser humano y como mujer, y de esta manera comenzó su propia forma de servicio social en su comunidad. Su intención era la de ayudar a otros de la misma manera que alguien la ayudó a ella. Así fundó una asociación de vecinos para ayudar a apoyar a otras familias en su comunidad necesitada. Ella nos dijo que se sentía muy feliz por haber ido a ayudar a las personas de su comunidad, ya que reciben muy poca ayuda de organismos externos. Más que cualquier otra cosa, nos conmovió ver cómo esta mujer, a pesar de su entorno y su falta de recursos, todavía podía hacer tanto por los demás.
Esto nos dio la oportunidad de reconocer que las personas a las que servíamos nos estaban dando algo mucho más valioso de lo que les habíamos dado nosotros. Nos daban el don de la compasión y la humildad que acompañan el servicio y el sacrificio, y nos ilustraron de una manera muy real sobre cómo un pequeño esfuerzo puede tener un gran impacto.
Aunque creemos que todavía estamos comenzando La Cocina de Amma aquí en México, esperamos que con cada comida que servimos continúe creciendo nuestro grupo, y que cada vez más se unan otras personas, motivadas por dar algo de sí mismas para un bien mayor.

